lunes, 20 de junio de 2011

Unas tierras llamadas "Las Indias"

Contexto de una Europa Renacentista (siglo XV y XVI)

Por su efecto en el mundo moderno, las expediciones descibridoras del Renacimiento pueden considerarse como uno de os tres fenómenos históricos de mayor importancia en los anales de la humanidad. Mpas o menos en dos siglos, de 1420 a 1620, la urgencia, el anhelo de encontrar tierras más allá de Europa llevó a un conocimiento sin presedentes de nuestro planeta. Del descubrimiento se pasó a la posesión y de ahí a la colonización, a emprender aventuras y a echarse a cuestas empresas que determinaron el auge y caída de muchas naciones europeas. El fenómeno trajo nuevos productos, nuevas oportunidades, nuevos problemas y nuevos modos de pensar y de ver las cosas; produjo también el nacimientos de nuevas naciones entre ellas, de los Estados Unidos.
Hubo algo muy peculiar en las necesidades, las aptitudes y la imaginación de los europeos de esta era, algo que los impulsó a explorar y escrudiñar el globo; La euriopa del Renacimiento precisaba de metales preciosos y de otras especias. En tanto que durante la Edad Media los mercaderes individuales se habían lanzado en busca del oro, sedas, oimienta u clavo en el Lejano Oriente, no fue hasta el siglo XV cuando a esa busqueda se lanzaron los gobiernos. Y no hicieron solamente  por sodicioa; lo cierto es que Europa necesitaba desesperadamente metales para hacer sus monedas: sus fuentes de oro, por ejemplo, las de Irlanda, estaban ya agotadas, en tanto que las minas de pata de Alemania, aunque ricas y en plena producción, no podía hacer frente a la demanda: sin una biena cantidad de numerario no podía haber una sólida expansión de las transacciones comerciales y financieras. El métalico y los metales preciosos no sólo eran riquezas en sí; eran también el medio para obtener riqueza. Del mismo modo, las especias no eran sólo la presinción de agragar un toque de individualidad a la comida; las dificultades del trasporte y la falta de refrigeración tenian por resultado que casi toda la carne que se consumia en el Renacimiento estaba salada o echada a perder; por ello se necesitaban las especias, no para hacerlas deliciosas, sino para hacerla comestible.
Amén de la necesida de los metales preciosos y de la especias, estaba el deseo de servir a Dios conviertiendo a los infieles; estos motivos mesiánicos eran absolutamente sinceros, aunque tenía también su lado práctico: los nativos conversos eran los más dóciles, los jefes conversos estaban en mejor disposición de colaborar. Este celo sacro llevó también a una especie de creencia en una misión inspirada por el Cielo.
Los gobiernos y los individuos creían por igual que el destino de manifiesto de Europa era convertir a los infieles. A pesar de que Colón sabía perfectamente que el éxito de su expedición sería juzgado en términos del oro y de las especias que encotrara, puedo escribir con absoluta sinceridad de "lo que se es el principal deseo de Nuestra Serenísima Majestad, a saber, la conversión de estos pueblos a la sagrada fe de Cristo"
Pero ninguna de las necesidades materiales que obligaron e indujeron las exploraciones pudo haber sido satisfecha sin buenos barcos, aptos para aquella exploraciones y descubrimientos, y los marineros diestros que los manejaran. De entre todas las comunidades marítimas de entonces, sólo la Europa del Renacimiento tenía ambos elementos. Esa es una de las razones que explican por qué el ansia de exploración se dio únicamente en las naciones europeas con costas sobre el Atlántico.
Es innegable que casi todo lo que flote y que esté dotado de alguna especie de vela puede ciajar enormes distancias. Los antiguos escandinavos cruzaron el Atlántico del Norte en el siglo X en barcos abiertos que quizá solo contaban con una vela; los escandinavos necesistaban con desesperacion maypr espacio y más tierras y estaban resueltos a correr casi cualquier riesgo con tal de mejorar sus condiciones de vida.  En cambio, los exploradores del siglo XV tenían el mismo anhelo de regresas a sus paises de origen que el que habían tenido de salir de ellos, ya que el principal motivo que los impulsaba a emprender sus viajes era el provecho, no la colonización; es decir, no les importaba dar con un nuevo mercado o fuente de riquesa si no podían volver a casa a dar noticias del  hallazgo y aprovecharlo.
Los buques europeos del siglo XV podían ur a cualquier parte y volver de ella. Estos bacos fueron hijos de una situación muy singular, la existencia de dos diferentes tradiciones de construcción: una , la del mar del Norte y de la costa atlántica, produo los mercantes de vela cuadrada, anchos y fuertes y la otra, la meridional o mediterránea, produjo las galeras de remos y los barcos costeros de velas latinas. El aumento del comercio entre el norte y el sur de Europa produjo la mezcla de ambos tipos, que aprovechó las mejores características de los barcos hechos para navegar en aguas interiores y los construidos para hacerlo mar abierto.
Los barcos europeos tenían otra ventaja enorme:  estaban armados con cañones en la proa y en la popa, amén de llevar otros que disparaban a través de agujeros hechos en los costados del navío; el resultado de ello fue que la artilleria europea resultó invencible. Esta superioridad era esencial a la exploración en gran escala, pues los gobiernos no habrían financiado la búsqueda de nuevos mercados y rutas comerciales a no ser que tuvieran la certeza de controlarlas. Además, los capitanes de tales navios no dependían de las enormes tripulaciones de remeros que necesitaban los juncos chinos para espolonerar al enemigo con el necesario impulso; tampoco debían llevar a bordo soldados para efectuar abordajes de naves enemigas, pues luchaban y desempeñaban mejor manteniéndose lejos del enemigo para poder hacer uso de su artillería. No necesitaba cargar enormes canidades de provisiones para alimentar a sus soldados; sus marinos peleaban y llevaban el barco.



Institucionalemente, Europa era un mosaico atestado de Estados independientes, vogorosos y llenos de energía, celosos unos de los otros, y resueltos a no quedarse atrás en la carrera de poder o de riqueza. Si Portugal iba adelante, España debía seguirlo, Francia enviarlo e Inglaterra inmiscuirse.
Por otra parte, los europeos eran cristianos, y el cristianismo, no obstante sus monasterios y sus misticismos, era, de todas las religiones, la que más convenía a los hombres de acción del mundo de Colón. En el cristianismo tenía los europeos una región militante y expansionista en la que cabían perfectamente tanto los beneficios como los misioneros.
El más cercano rival del cristianismo era el islamismo, cuyos guerreros se lanzaron en triunfo hacia el oeste; en 1453 tomaron Constantinopla, con lo que amenazaron a toda Europa. A los mahometanos los sostenía en su ardor militar la creencia de que el morir batallando contra los infieles significaba una eternidad bienaventurada en un harem celestial; por el contrario, la moral cristiana hacía más hincapié en la bondad de la vida que en la muerte meritoria. Por lo demás, despues de la conquista, el islamismo toleraba otras religiones en un grado muchisimo mayor que el cristianismo del Renacimiento o de muchos años después. Los cristianos sostenían que sus creencias y modo de vivir eran superiores en todos respectos a los otros pueblos. Los hábiles mercaderes y los ambiciosos monarcas que planearon las exploraciones utilizaron este sentimiento de superioridad para justifciar sus actos. Al explorar la costa de África y penetrar en el océano Índico, los gobernantes de Portugal llevaban una Biblia en una mano y la codicia de oro en la otra.
Tenemos pues, naciones codiciosas y en competencia, buques y propósito y un punto de vista crsitiano lleno de dinamismo; no deja de ser curioso que ninguno de esos factores fuera hijo directo de ninguno de los valores que normalmente se asocian con el Renacimiento, considerando como un gran período de brillo y de cultura.
Lo cierto es que muchos de los grandes triunfos de la Era de la Exploración se deben a los sabios marinos italianos, los cuales se vieron afectados también por el revivir del estudio en Italia. Para entender cabalmente este proceso debemos revisar los acontecimientos de este período en Italia y en el resto de Europa.
La renovada actividad cultural que ocurrió en Italia a principios del siglo XIV fue, al principio, na reacción ante una necesidad práctica. El vigor de la vida económica y política del país y el grna porcentahe de gente que vivía en ciudades y en los minúsculos estados medievales, creó una gran necesidad de instrucción no religiosa, especialmente legal, mucho mayor que en las demás naciones de Europa. Y a medida que aumentaba la práctica y el estudio del derecho romano, aumentaba también la atención dedicada a otras ramas del saber y de la literatura de Roma.
Ya para mediados del siglo XIV el interés en los antiguos precedentes había producido una inquietud general de ideas que influyó en la poesía y en la filosofía, en la arquitectura y en la medicina, terreno muy alejado de los negocios y del gobierno, pero cuyas exigencias habían provocado el revivir clásico. Este proceso continuó ininterrumpidamente hasta llegar a su culminación en el siglo XVI con los escritos de Maquiavelo y las esculturas de Miguel Ángel.
 

 




1 comentario:

  1. prof.. solo estó va a venir en el examen o todo lo que vimos desde el principiO?

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